Aunque todos conocemos el dicho “llevarse como el perro y el gato”, no es necesario que los perros y los gatos se lleven mal, de hecho estamos más que acostumbrados a conocer historias en las que estos dos “enemigos” conviven en armonía.
No obstante son especies de animales tan distintas que sus propias diferencias les hacen desconfiar entre ellas, algo que por otro lado es normal.
Generalmente, si observamos el comportamiento de ambas especies al encontrarse, podremos ver que si un perro se encuentra con un gato, al que no conoce, lo acosará y será el gato el que decidirá, si le hace frente o si prefiere escapar.
El perro permanecerá expectante mientras el gato puede reaccionar de diferentes maneras. Si se inicia la pelea el gato ataca al rostro de su enemigo. La rivalidad se debe a que ambas especies son predadoras.
Convivencia entre perros y gatos: rompiendo mitos
Para empezar no podemos forzar la situación y obligar a que nuestro perro y nuestro gato se lleven bien y convivan como iguales, sino que lo que debemos hacer es asumir las diferencias y las características de cada uno y respetarlas, así como respetar sus espacios y sus necesidades.
Los perros son más dóciles y aprenden con mayor rapidez, además les gusta estar acompañados y que les mostremos nuestro cariño. En cambio los gatos son animales más independientes, pero también más higiénicos y necesitan un espacio para ellos solos donde poder asearse, además ellos serán los que busquen nuestro cariño cuando lo quieran recibir.
La relación entre animales de diferentes especies debería ser más encilla si ambos entraron en casa aproximadamente al mismo tiempo, y sobre todo desde cachorros. De hecho es la mejor manera de que la convivencia sea mucho más fluida.
Nuestro trabajo está en intentar que haya un ambiente de armonía para ambos, que se respeten y que logren hacerse amigos, pues no hay razas de perros o gatos que sean especialmente sociables con animales de otras especies, y por tanto no dependerá de la raza de cada uno.
De todas formas, todos conocemos casos en los que perros y gatos conviven sin problema a pesar de que el instinto natural del perro sea el de perseguir al gato.
Cómo fomentar la convivencia entre perros y gatos
Antes de lanzarte a juntar a un perro y a un gato en una misma habitación debes tener en cuenta el grado de socialización que tienen, tanto con otros animales de su misma especie, como con animales de especies diferentes.
Lo más aconsejable es que los pongas al principio y durante algunos días en habitaciones separadas, para que poco a poco se vayan acostumbrando a los olores del otro. Un consejo: puedes dejar que se huelan a través de una puerta para que se identifiquen el uno al otro e incluso intercambia sus camas.
Al cabo de una semana podrás juntarlos durante un momento, poco a poco y comprobando siempre las reacciones. Procura que el perro esté cansado, sácale a jugar un rato y dale la comida antes de conocer a su nuevo compañero.
Deja que el gato se coloque en alguna zona alta, donde el perro no pueda llegar, y deja que se observen. El perro intentará acercarse para oler al gato, por lo que procura cortarle las uñas porque si se acerca demasiado puede darle un zarpazo al perro en el hocico, y evita cogerle en brazos durante ese momento.
No les fuerces ni insistas demasiado en que se junten. Además si ves que el perro intenta ir “a por el gato”, da un tirón fuerte con la correa, en seco, y dile un fuerte NO, que sea firme para que él entienda que no debe actuar de ese modo.
No acaricies al perro mientras esté en un estado de excitación y nerviosismo pues lo entenderá como una aprobación por tu parte. Si la actitud del perro persiste, si incluso le mira con ansiedad, dale un suave toque con la rodilla en su cadera para que cambien la trayectoria de su mirada. Si eso no funciona, llévatelo a otra habitación hasta que se calme.
Cuando el perro se tranquilice podrás darle un premio, caricias, golosinas, etc., pero antes no.
Tendrás que repetir esta operación hasta que ambos se respeten y se acostumbren a la convivencia, alargando cada vez más los ratos que irán pasando juntos.
De todas formas, es recomendable que aunque se lleven bien, o al menos se respeten, la camita del gato esté en un lugar inaccesible para el perro, al igual que sus comederos.
En estos casos la paciencia y sobre todo la persistencia serán las que te ayuden a conseguir los mejores resultados, pero debes tener en cuenta que puedes tener que recorrer un largo camino hasta conseguir el estado que busques.